EVALUACIÓN DE PAR JOHANN GÉLVEZ

Siempre me ha gustado el cambio, el proceso, la evolución y el descubrir nuevas cosas. Siempre me ha gustado sorprenderme, dejarme sorprender y que la vida me sorprenda. Y creo que la palabra clave para este texto, y la raíz de todo lo que Santiago Pinto es como persona, es “sorpresa”.

Hace poco más de 5 años, cuando escuché hablar por primera vez de Pinto, lo primero que vino a mi cabeza fue una relación fonética directa entre Pinto y Pintuco, una relación absurda en mi cabeza, pero que poco a poco fue cogiendo más sentido, me explico, Santiago, como artista que es, tiene una gran capacidad para crear, para usar hasta la última punta de cada una de sus extremidades al momento de pintar paisajes en la escena.

Pero vayamos al principio, para que ese mismo sentido que le encuentro yo, se lo encuentren ustedes. Para ser sincero, la primera vez que supe de Santi, fue en medio de un rodaje, rodaje que unas horas después  se convertiría en una fiesta. Y aunque no fue la primera vez que hablé con él, sí tuve la posibilidad de verlo actuar. Verlo transformarse de un pelao tranquilo, a ser un hombre totalmente diferente, hizo que mi atención se posara en él. No me imaginé que luego tendría la posibilidad de trabajar junto a él.

A los meses de ese rodaje, volví a verlo, esta vez en un salón de clases, y esta vez, sí seríamos compañeros. La clase de Puesta en escena de circo se llenaba con varias personas, todas con intereses muy distintos. Yo para ese entonces no sabía nada de circo, caso muy distinto al de Santiago. Se notaba que venía con algunos conocimientos previos, pero ese pelao tranquilo, a pesar de no hablar mucho, llegó con el factor de la sorpresa, y hacia la parte final del proceso, nos dejó ver un poco más del universo que carga en su cabeza… universo que ha sabido expresar por medio de su cuerpo.

Lo anterior lo digo, porque al siguiente semestre, nos volvimos a encontrar en la clase de Técnica básica de contempo. Quien me conoce, sabrá que mi fuerte no es mi cuerpo, más que fuerte, diría que es blandito, con poco tono y hasta torpe. Todo lo contrario a Pinto. Santi me ayudaba a encontrar vías para suavizar mi movimiento, me aconsejaba para alejarme de la frustración. Como ya les había dicho, él tiene la capacidad de expresar su universo por medio de su cuerpo. Su entrenamiento hace que cualquier requerimiento que se le ponga enfrente, lo pueda ejecutar sin mucho esfuerzo, y ese es uno de sus fuertes, aunque pecaría de mentiroso si dijera que es su única fortaleza, porque si hablamos de su más grande cualidad, tenemos que ir más adentro, hasta su corazón.

Santiago no es una persona de muchas palabras, pero tiene muchas palabras por decir.

Esto lo descubrí un tiempo después, cuando volvimos a compartir aula por la clase de Ensamble de teatro. En esa ocasión, el ensamble que era dirigido por Jorge Hugo Marín. Para alegría mía, compartimos más que el aula, un par de escenas, un par de charlas y un par de cervezas. Y de un momento a otro ese pelado de pocas palabras, me ayudaría a llevar a buen puerto el que sería mi último ensamble.

Puede que no tenga demasiado que decir sobre Santiago con respecto a la universidad, él es una persona con un talento inmenso, que poco a poco ha ido encontrando el foco de lo que quiere con su carrera. Es una persona con un corazón y una pasión envidiable. Es un gran compañero, un gran artista, una gran persona y sobre todo un buen amigo.

Espero que en mi camino, me logre encontrar muchas veces con Santi Pinto, porque es de esas pocas personas de pocas palabras, que pocas veces se pueden apreciar. Espero que podamos crear grandes universos puño a puño.

A Santi, mi agradecimiento total, y la promesa de tener un amigo a disposición.