EVALUACIÓN DEL PROFESOR POR HUMBERTO CANESSA
Cuando me incorporé al equipo de profesores de la Carrera de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Javeriana uno de los argumentos que más me pusieron en concordancia con esta apuesta académica definitivamente fue su componente de educación somática. Desde mis inicios como profesor de Danza impartía en mis clases temas como la consciencia corporal y recuperación sensorial, técnicas de improvisación, de contacto y más recientemente Técnica Dupuy derivada del Pilates, en las cuales se aborda la investigación creación con un compromiso claro con lo somático, aunque en aquel momento no lo llamábamos de esa manera.
Para algunos estudiantes, como Carlos Santiago Pinto (Santi) asumir durante su proceso académico el reto de trabajar en primera persona y singular muchas veces pudo resultar difícil de comprender, pero fue un proceso que poco a poco empezó a mediar en su concepción de lo escénico. Todo el aprendizaje de los conceptos que acompañan esta pedagogía y sus alcances exigen un compromiso más allá de las experiencia en clase, de los exámenes y las calificaciones: autoobservación, autorregulación, autodeterminación y mucha disciplina, valoración del detalle, todo esto requiere que el estudiante se de un tiempo más relajado, profundo, solitario y cuidadoso, cuando pienso en Santi Pinto, recuerdo siempre a un estudiante disciplinado, serio, atento, reflexivo, muy autocrítico pero no al nivel del bloqueo sino de la perseverancia, un estudiante con un talento natural para el movimiento danzado que solamente debía terminar de descubrir, posesionarse y afianzar.
Durante su proceso de formación artística lo pude ver haciendo parte de ensambles de actuación, acciones físicas y de circo, en cada uno eran notorias sus habilidades técnicas y control corporal. Nuestro primer encuentro fue durante la pandemia de COVID 19 en el primer semestre del 2021 en la clase de Técnica de Danza Contemporánea Avanzada. En ese momento teníamos la dificultad de que las clases eran semi presenciales, se debía dedicar tiempo en casa, de manera virtual e individual y a pesar de que a veces parecía soltar la cuerda por problemas con de comunicación propias de ese momento, fue clave darse que pudiera darse el tiempo para adquirir confianza en su potencial físico y el tiempo para profundizar en cualidades, uso del espacio y en su propio desarrollo corporal para la danza. En las clases presenciales se notó su progreso y siempre fue atento con las retroalimentaciones, logrando encontrar un lugar especial para la danza, para su danza, que no tenía nada que ver con las habilidades naturales de la misma, sino en donde fue capaz de apropiarse de los principios del entrenamiento y crear su propio estilo, haciéndolo propios bajo sus necesidades e intereses.
La carrera propone un contenido en donde el “cuerpo vivo” (soma) es el componente principal y Santi Pinto lo abordó con seriedad y disciplina potenciándolo: acciones físicas, las técnicas de circo, improvisación danzada, hasta la técnica de danza hicieron que finalmente se dejara cautivar por el poder de su propia “corporalidad” y lo tradujera en su proceso creativo, apropiándose de todo su potencial. Esto quedó muy claro para mi como su guía en el Laboratorio de Composición Coreográfico que cursó en dos ocasiones consecutivas, la primera aún de forma virtual en donde se notaba su profundo deseo de aprender, el gusto por adquirir conocimiento nuevo a través del camino sensorial que se abría ante este contacto con su fisicalidad, poco a poco se fue dando esa transformación de la percepción de sí mismo y por lo tanto se fue convirtiendo en un ejecutante escénico mucho más amplificado y potente. Aprendió además a reconocer que desde su capacidad de proponer podía alcanzar a más espectadores hasta tener una resonancia genuina y verdadera de su estilo tan particular y repito aprovechando todo su virtuosismo y su capacidad de crear lenguaje danzado.
En nuestro último encuentro como parte de nuevo del Laboratorio de Composición Coreográfica pudo mostrar una mayor versatilidad al crear una propuesta corpográfica primero, de video danza y coreográfica que me pareció coherente con otros laboratorios que había tomado durante su proceso educativo y que le daban sentido a todo su aprendizaje académico, pudo en ese momento combinar elementos que dieron a su propuesta mucha organicidad con un lenguaje concreto y hasta divertido de observar. En este laboratorio buscamos rehabilitar nuestros anhelos creativos ya que analizamos como los componentes escénicos son siempre susceptibles a lo coreográfico por ser significativos en
la narrativa final, permitiendo que los estudiantes validen en sus propuestas cada línea dramatúrgica de una puesta en escena.
Por otra parte, la posibilidad de compartir el estudio con bailarines que poseían una mayor dedicación a la técnica y al desarrollo coreográfico le hacían exigirse mucho más permitiendo que tuviera una transformación física y emocional más profunda y duradera, su capacidad de crear un estilo único y lúdico y con la percepción que tenía de su propio cuerpo y de sus capacidades creativas y narrativas lograron un excelente resultado. En definitiva, sin temor a equivocarme esta materia cambió el curso de su manera de percibir su ser artista escénico y le dio la posibilidad de abrirse a nuevas opciones expresivas, a descubrir nuevas facetas, pudo afianzar su presencia en el espacio, trabajar consigo mismo y con otros creadores y ejecutantes, en definitiva pudo quitar etiquetas abriéndose a nuevos horizontes.
El proceso de Santiago Pinto es uno de los que me permiten decir con certeza que: “…el que conoce su celda, conoce su libertad…el que conoce sus limitaciones conoce sus posibilidades…” Él supo reconocer en esta etapa de aprendizaje académico qué elementos técnicos y de investigación podían aportarle y se dio la oportunidad de abrir su expresividad ampliando sus capacidades escénicas. Sus ganas de crecer no se han detenido ahí y estoy seguro de que sin tantas ataduras va a poder avanzar muchísimo en su trabajo creativo reconociendo que el error no existe, sino que es una oportunidad, una puerta para pasar a otro nivel; que perderse en una aventura, la ocasión del descubrimiento; que caer es sólo otra manera de avanzar. Sin lugar a duda Santi Pinto va a lograr ponerse metas cada más altas y sus capacidades de crecer
serán inagotables como su deseo de aprender y luchar siempre por obtener un lugar en las artes escénicas, es el vivo ejemplo de disciplina, determinación y evolución. Quiero agradecer que me haya invitado a hacer parte de su portafolio de grado y sólo puedo desearle mucho éxito en su viaje profesional.